Las creencias son remedios puntuales para solucionar nuestros problemas; pero el auténtico y genuino modo de hacer que las divergencias y las contradicciones salgan a la luz en todo su esplendor es la filosofía. Se ha de filosofar no para practicar un elitismo absurdo, una erudición vacía de contenido, sino para pensar qué debemos hacer en cada momento de nuestra vida desmantelando la creencia de que el destino nos conduce sin que exista capacidad de decisión por nuestra parte.
En definitiva, la filosofía nos aboca al abismo de la existencia, a la incertidumbre del futuro, que sólo puede (y debe) ser afrontado en nuestra propia circunstancia. No hemos de caer en la trampa del hombre vulgar que se entrega al más descarnado fatalismo. Debemos afirmarnos tal cual somos, en nuestra condición de seres naufragados, topándonos enteramente con la problematicidad intrínseca de la realidad. Pues nunca deciden nuestras circunstancias, sino que son estas el dilema ante el cual debemos decidirnos.
José Ortega y Gasset
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